Ballena Jorobada, una maravilla natural que necesita ser protegida

Cada año, entre junio y septiembre, cientos de ballenas jorobadas llegan desde la Antártida a las costas ecuatorianas, ofreciendo un magnífico espectáculo a los turistas nacionales y extranjeros que acuden a observarlas. Estos mamíferos recorren aproximadamente 8 000 kilómetros en busca de las corrientes cálidas, que ofrece nuestro país y que son idóneas para su reproducción.

Además, la ballena joroba es un cetáceo que se distribuye en aguas tropicales y polares de todos los océanos y mares del planeta; viven en aguas de los océanos Atlántico, Ártico y Pacífico, así como en el Mar de Bering y en las aguas heladas de la Antártida.

Esta especie es considera a su vez como la más ágil y acróbata de los cetáceos, especialmente durante el proceso de cortejo en sus áreas de reproducción, capaces de sacar su cuerpo por completo del agua. Uno de los comportamientos más interesantes de las ballenas jorobadas es su «canto». Los científicos han descubierto que las ballenas jorobadas reproducen largas y complejas canciones que duran entre 10 y 20 minutos, mismas que se repiten continuamente durante horas. Aunque las hembras también producen sonidos, estas melodías solo son interpretadas por los machos y se cree que puede ser una parte de la conducta de apareamiento.

Pese a que la ballena jorobada ha generado en muchos países un considerable ingreso económico por turismo, es una especie vulnerable según los parámetros de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), incluso consta dentro del Apéndice I de la Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias de Animales Silvestres  (CMS).

Las principales causas de su vulnerabilidad es la caza indiscriminada que se realizó durante el siglo XX por el ser humano. Se estima que existen alrededor de 15 000 ballenas jorobadas en todo el mundo.

Otras de las amenazas son la pérdida de su hábitat, la contaminación química, contaminación sonora, el enmallamiento en redes de pesca y la carencia de alimento.

Frente a ello, Ecuador el 4 de junio de 1990 firmó el Acuerdo Ministerial N° 196 con el objetivo de proteger a todas las ballenas presentes en las costas ecuatorianas prohibiendo toda actividad que atente contra la vida de estos especímenes. A más de establecer una serie de normas técnicas para la observación de ballenas como actividad turística, una de ellas es la prohibición de nadar o bucear con los cetáceos.

En 1991 Ecuador-Colombia-Chile-Perú y Panamá adoptaron el Plan de Acción para la Conservación de Mamíferos Marinos del Pacífico Sudeste comprometiéndose a conservar a todas las especies, subespecies, razas y poblaciones de mamíferos marinos y sus hábitats.


 

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