El panel “Asentamientos humanos post desastre: lecciones y desafíos para una construcción sostenible” enriqueció la discusión en Habitat III

Quito, 20 de octubre de 2016
Las lecciones aprendidas tras los desastres generados por el terremoto del pasado 16 de abril de 2016 en Ecuador, por los terremotos de El Salvador en el 2001 y por el Tifón Yolanda en Filipinas fueron analizados este 20 de octubre del 2016 por varios expertos en el evento: “Asentamientos humanos post desastre: lecciones y desafíos para una construcción sostenible” que se llevó a cabo en la Conferencia Habitat III que se desarrolló en Quito.
El Ministro del Ambiente del Ecuador, Walter García, expuso su experiencia en la reconstrucción de La Chorrera, un asentamiento ubicado a tres kilómetros de Pedernales, el lugar más afectado por el evento sísmico.
El Ministerio del Ambiente y la Universidad de Lund compartieron las acciones emprendidas después de los desastres para reconstruir ciudades resilientes.
Tras el colapso de la infraestructura, el Ministro García trabajó ad honorem en un proyecto constructivo ecológico y social, capaz de reactivar a una comunidad de pescadores, utilizando una estructura de bambú y paredes de caña guadúa.
Los damnificados de esa zona se dieron cuenta que las casas de caña no se cayeron y que las familias que vivían en esas estructuras no fallecieron. Ese fue el caso de Litor Martínez. Él y su familia sobrevivieron al desastre, gracias a que parte de su vivienda estaba construida con caña guadúa. “hace muchos años, la persona que tenía una casa de caña era una persona pobre, el que tenía una casa de cemento era una persona rica. Ahora todos vuelven a la caña, una maravilla que la estábamos despreciando”.
Actualmente, el gobierno ejecuta la idea y trabaja en la construcción de 222 viviendas con servicios básicos, áreas comunales, recreativas, facilidades de transporte y todas las seguridades. El plan habitacional es levantado con mano de obra 100% manabita y se financia con el bono del gobierno, lo que representa USD 10.000 por casa. Además, este proyecto reduce la huella de carbono, debido a que la caña es un recurso renovable, se produce en la zona y requiere distancias cortas de transportación, a diferencia de otras construcciones que traen materiales de zonas apartadas.
Como fruto de esta experiencia, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (MIDUVI) reconoció la importancia del bambú dentro de la Norma Ecuatoriana de la Construcción. El bambú tiene la ventaja de ser sismo-resistente, duro, flexible, liviano y amigable con el ambiente. Es un material local y representa un ahorro de cerca del 50% con respecto a construcciones hechas con materiales tradicionales.
Por su parte, Etna Soundy compartió la experiencia de FUSAID en el Salvador tras los dos terremotos que sacudieron ese país en el 2001, con apenas un mes de diferencia. “134.900 viviendas se destruyeron en el país por el terremoto y por los deslaves. Entonces El Salvador se enfrentó al reto de la reconstrucción. Para ello fue necesario trabajar de la mano de los gobiernos locales, pero antes mapear las zonas de alto riesgo y construir un modelo de ahorro, crédito y subsidio, gracias al cual se han levantado ya 12.000 soluciones habitacionales.
Benita Regala, autoridad de la Vivienda Nacional de Filipinas abordó el caso del Tifón Yolanda y la forma en la que el gobierno enfrentó el reto de construir casas resilientes ante los desastres, “esto implica fortaleza estructural, pero sobretodo la fortaleza comunitaria”.
El panel fue moderado por el profesor investigador de la Universidad de Lund, Johnny Astrand y se llevó a cabo en el Salón R 3 de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, al que asistieron aproximadamente 100 personas.
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