Salud de Pepe “El Misionero” mejora bajo cuidado del Ministerio del Ambiente

La tortuga que fue recuperada de la misión Franciscana en el 2012 se adapta lentamente a los espacios naturales.     

Pepe «El Misionero» se adapta lentamente a los espacios naturales en su corral, ubicado en el Centro  de Interpretación de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG), en la Unidad Técnica San Cristóbal, sitio de visita cultural y educativo que recibe  aproximadamente 2 000 turistas cada mes.

Al ser la primera tortuga terrestre que los turistas observan en el área urbana de Puerto Baquerizo Moreno, se ha convertido en una de las más fotografiadas de la isla, en la que ha habitado durante más de 60 años, primero en la Misión Franciscana y desde septiembre del año 2012 pasó al cuidado de la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG).

Los análisis genéticos realizados el año pasado por la Universidad de Yale determinaron que la tortuga pertenece a la especie Chelonoidis becki, originaria de volcán Wolf, en la isla Isabela. Otros exámenes realizados en el 2012 determinaron que Pepe, con 179.80 kilos, tenía sobrepeso, desorden nutricional y parasitismo, producto de la ingesta de lavazas.

Con la ayuda de científicos de la Universidad San Francisco de Quito, veterinarios de la Fundación Charles Darwin y los guardaparques de la Dirección Técnica San Cristóbal implementaron una dieta (fruta y otoy) que ingiere pasando un día. Aunque todavía tiene sobrepeso, el contar con un área verde con piscina y área de comida distanciados entre sí, facilita que se movilice para ejercitar su cuerpo, por lo que su peso actual es de 163.1 kilos.

Carlos Ortega, Director de la Unidad Técnica San Cristóbal, indicó que la fisonomía de Pepe (El Misionero) ha mejorado mucho en relación con el día que pasó a estar bajo nuestro cuidado.

En el espacio en el que se encuentra, además de ejercitarse, también se mantiene un contacto con las personas que llegan a diario al sitio de visita cultural educativo Centro de Interpretación, actividad que fue siempre parte de su vida cotidiana por más de 60 años.

Ortega destaca que el proceso de adaptación de esta especie, que pasó de doméstica a un estado seminatural, ha sido muy lento y ha requerido de constante cuidado de los técnicos y especialistas que están a cargo de su monitoreo.


 

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